tus membrillos, tus granadas
y las mil clases de uvas,
de tus ubérrimas parras.
¡Quien chiquillo, otra vez fuera,
corriendo por tus veredas
de tus verdes alamedas
igual que en mi edad primera !
O quien ya, mayor, vagando,
por tus callejas desiertas
como inspirados poetas
tus mil belleza cantando.....
¡ Ay, Rágol de aquellos días
de mi infancia ya lejana
agridulce cual manzana
de tus tierras labrantías,
en las laderas umbrías
de nuestro río, el Andaraz...!
¡ Ay Rágol de mi quimera
niñas guapas, niños buenos,
hombres honrados, serenos,
por el trabajo curtidos;:
mozos nobles y fornidos
y bellísimas mujeres....!
¿ Ay, quién te volviera admirar
tus dulces atardeceres
y quien pudiera escuchar
aquellas lindas canciones
de pasiones y quereres...!
¡ ay, Rágol ! la musa mía
pobre, no sabe cantar
que si supiera, lo haría
y en versos te ofrecería
su más bonito cantar,
lo que hoy, no puede expresar
en esta pobre poesía.
porque, Rágol, soy sincero,
tanto te admiro y te quiero
y te tengo tal cariño
desde que siendo yo, niño,
te visité entusiasmado
quedándome enamorado
de tus bellezas y encantos
y tu noble hidalguía.
¡ Ay, Rágol ! luz y poesía
de mis aventuras de ayer...
Rágol de mis pocos años,
antorcha de mis desengaños,
¡ ay quien te volviera a ver !
como aquel lejano ayer
cuando todo era alegría
y la gente se quería
porque eran más humanos
porque envía no existía
y se amaban como hermanos.
(Florentino Castañeda)