Rágol pregonero
¡Rágol, te quiero nombrar / del Cabañil pregonero!
El silencio de tus aguas / adormecido y sereno,
cuando repaso tu historia / sueño, que contigo sueño.
No sé que tiene tu cielo / Rágol en tu desaliento,
que la ausencia de parrales / de uvas, yacen sedientos,
almizclado de azahares / fiel vergel alpujarreño.
En el verdor de tus vegas / perfuman los jazmineros,
cuando en tus venas se te va / diluyendo el sentimiento.
La Fuente del Cabañil / derrama esencias de besos,
que en las noches de luna / cuando a ella, feliz me acerco,
sus aguas hablan de amores / y fiel, allí, yo me espero,
percibo sus cantarinas / melodías de recuerdos,
donde apacientan dormidos / naranjos y limoneros
con la dorada inocencia / que dejan los sentimientos,
cuando la luna alisaba / a las nubes sus cabellos
que ondulados se mecían / temblorosos con los vientos.
La noche se adormecía/ acurrucando al lucero,
donde la brisa perdida / acariciaba secretos,
de verdes cañaverales / hastiados de sufrimientos,
que se queda enaltecido / en la noche de los tiempos
de parrales perfumado / en los lejanos recuerdos,
de suspiros y temores / amamantando silencios,
mirando los verdes tarays /y matorrales añejos.
Llora la Daira y suspira / de pretéritos reflejos,
porque nunca volverán / aquellos pámpanos tiernos,
que en el limbo quedaron / en las escarchas de enero,
cuando la nostalgia vuela / perfumada de romero,
perdiendo las ilusiones/ en las nieves del invierno,
donde el zurriache se bebe / y se despiertan recuerdos,
que brota del jaraíz / con tesón y con desvelo,
acariciando las tardes / que deja ver el reguero,
cuando la vida camina / para llevarse muy lejos,
a la fuente cantarina / de los viejos ragoleños,
que manaba junto al río / el oro de su sustento,
que se diluye y derrama / en las rejas de sus dedos,
donde percibe el aroma / del lejano nacimiento;
conduciendo a los perales / que plantaron con esmero,
aquellas cansadas manos / de aquellos viejos labriegos.
Manuela González Ruiz.
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