RÁGOL MI PUEBLO

RÁGOL MI PUEBLO

lunes, 8 de noviembre de 2010

Rágol pregonero

                                    

¡Rágol, te quiero nombrar / del Cabañil pregonero!

El silencio de tus aguas / adormecido y sereno,

cuando repaso tu historia / sueño, que contigo sueño.

No sé que tiene tu cielo / Rágol en tu desaliento,

que la ausencia de parrales / de uvas, yacen sedientos,

almizclado de azahares / fiel vergel alpujarreño.

En el verdor de tus vegas / perfuman los jazmineros,

cuando en tus venas se te va / diluyendo el sentimiento.

La Fuente del Cabañil / derrama esencias de besos,

que en las noches de luna / cuando a ella, feliz me acerco,

sus aguas hablan de amores / y fiel, allí, yo me espero,

percibo sus cantarinas / melodías de recuerdos,

donde apacientan dormidos / naranjos y limoneros

con la dorada inocencia / que dejan los sentimientos,

cuando la luna alisaba / a las nubes sus cabellos

que ondulados se mecían / temblorosos con los vientos.

La noche se adormecía/ acurrucando al lucero,

donde la brisa perdida / acariciaba secretos,

de verdes cañaverales / hastiados de sufrimientos,

que se queda enaltecido / en la noche de los tiempos

de parrales perfumado / en los lejanos recuerdos,

de suspiros y temores / amamantando silencios,

mirando los verdes tarays /y matorrales añejos.

Llora la Daira y suspira / de pretéritos reflejos,

porque nunca volverán / aquellos pámpanos tiernos,

que en el limbo quedaron  / en las escarchas de enero,

cuando la nostalgia vuela / perfumada de romero,

perdiendo las ilusiones/ en las nieves del invierno,

donde el zurriache se bebe / y se despiertan recuerdos,

que brota del jaraíz / con tesón y con desvelo,

acariciando las tardes / que deja ver el reguero,

cuando la vida camina / para llevarse muy lejos,

a la fuente cantarina / de los viejos ragoleños,

que manaba junto al río / el oro de su sustento,

que se diluye y derrama / en las rejas de sus dedos,

donde percibe el aroma / del lejano nacimiento;

conduciendo a los perales / que plantaron con esmero,

aquellas cansadas manos / de aquellos viejos labriegos.

 

                      Manuela González Ruiz.