Como ragoleño me encuentro en el momento más solemne de mi vida y ante el honor más alto que se me ha dispensado. Renuncio a cualquier pretensión de originalidad en el modo de expresar la gratitud y, me acojo a la desnuda sencillez de una palabra, la palabra gracias, que, recargada de su sentido más pleno, hago aflorar en mis labios desde lo más profundo del alma.
¡Hablaré como siente mi corazón!. No puedo ocultar cuanta es mi alegría y cuanto mi entusiasmo. Soy muy feliz encontrándome donde me encuentro y con quienes me encuentro, para merecer la generosidad, la amistad y el honor que me regaláis. Agradezco y devuelvo a don Miguel Rodríguez Colomina, a don Emilio Esteban Hanza y Dñª. Manuela González Ruiz, el mismo afecto y cariño que han volcado en sus palabras y distinciones. Todos ellos han elevado a momentos estelares mi humilde caminar por la vida. Yo amo lo que hago y me siento feliz colaborando y compartiendo.
¡Qué lejos en el tiempo queda aquel zagalico, un primor de crío que ostentaba ser, poco más o menos, el más travieso del pueblo¡ Han pasado pequeñas cosillas y grandes fidelidades, y dentro de estas últimas las que con gran entusiasmo se cobijan y se asientan en mi corazón y en mi memoria: los ragoleños y Rágol. Pese a los humildes logros estoy muy orgulloso, primero por haberlos intentado y a continuación por haber servido.
Se extiende mi sentimiento de gratitud a las personas que han hecho de mí lo que trato de ser. A mis padres, en primer lugar e inmediatamente después, séame permitido aumentar mi reconocimiento, infinita gratitud, respeto y admiración hacia quien tuvo la bondad de presentar el proyecto. Gracias Emilio Esteban, hoy quiero decírtelo pausadamente al abrigo del alma, y te expreso mi público reconocimiento y afecto hacia tu persona, como una permanencia constante que habita en mi corazón, caudales de amistad, cariño y oración, que sin duda son lo que más aprecias y que en este momento los engrandezco por hacerme soñar promoviendo este propósito.
Agradezco la confianza y presencia de las personas que apoyasteis sin reservas esta propuesta. A la Corporación Municipal por su posterior designación. A vosotros muy querida familia. Queridos paisanos, amigos, compañeros del Seminario, canjilones, hermanos de las Hermandades; Virgen del Mar de Almería y Madrid y Santa Cruz, de Canjáyar, Tarrasa y Madrid . Quiero expresar mi testimonio de gratitud a nuestra Iglesia diocesana, con nuestro Párroco al frente, a don Mariano y a don Miguel, que con sus ministerios enriquecen la comunión eclesial. Y muy especialmente para el colectivo de personas ragoleñas y sus descendientes residentes en Tarrasa, nunca olvidaré todo el cariño que me dispensaron en la presentación de mi libro “Rágol en la memoria” gracias al buen hacer y estar de mis amigos Antonio y María. También, para los que, en silencio, siempre, cada día, evocan y dignifican a este querido pueblo, y por si alguien ha quedado en el olvido.
A todos mi más profundo agradecimiento
Hijo Predilecto. Este carácter filial y predilección que yo asumo con humildad, responsabilidad y gratitud, permitidme que lo transfiera a todos vosotros porque no puede haber orgullo mayor ni, por tanto, mayor gratitud a quienes han sido causantes de este orgullo. Haré lo posible por conquistar lo mucho que aún me falta y así, corresponder y merecer la generosidad que hoy me regaláis. De la misma manera consentidme evocar el rostro de mis padres y dedicar este honor a mi esposa y a mis hijos.
“Ragoleños, os he dado todo lo que humildemente he podido, y con recibirlo vosotros, yo ya me enriquezco”. Esta es mi vocación, nuestra vocación: actuar de forma que seamos instrumentos y caminos para el bien y la cultura de nuestro pueblo y de sus vecinos
A San Agapito como Patrón de Rágol, le imploro para todos- presentes y ausentes- su constante protección y bendición y, le doy gracias por permitirme completar de modo muy grato una larga trayectoria personal dejando abiertas de par en par las ventanas del corazón al sentirme tan orgulloso de ser ragoleño, de ejercer con perdurable gratitud y mi deseo de ser algo más que un buen cumplidor de los deberes que me imponen este honor.
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